miércoles, 4 de junio de 2014

Rosa Mireya Cárdenas Hernández

Ecuatoriana, nacida en quito  el 6  de  enero  de  1960. El 4 de octubre de 1983 miembros del batallón de ingenieros militares  Montúfar, acantonado en la provincia de Esmeraldas, descubrieron en las montañas de Colope, un grupo guerrillero en una escuela de entrenamiento político militar. En 1983, el Comando Central de AVC envía a varios de sus militantes a realizar una instrucción político-militar en el sector de Colope, provincia de Esmeraldas, entre los que se encontraba Rosa Mireya Cárdenas, quien en el futuro se convertiría en una de las principales del grupo. Allí, Cárdenas y algunos compañeros fueron apresados por el Ejército Ecuatoriano y presuntamente  torturados durante 5 días en un cuartel. A Cárdenas  se la enjuició por el delito de asociación ilícita; mientras se llevaba adelante el proceso  permaneció  tres  meses  en  la  cárcel,  luego  de  lo  cual  fue  sobreseída definitivamente. Sin embargo, ella denuncia haber quedado fichada por la Fuerza Pública y ser víctima de persecuciones sin fundamento.

Debido a ello, el grupo le asigna el trabajo internacional, por lo que viaja a Nicaragua donde cumple la tarea de representación política del grupo. En agosto de 1984, Cárdenas tiene que viajar a Panamá para participar en el Congreso de la Juventud Revolucionaria del Mundo, mismo que era auspiciado por los gobiernos de Panamá y Libia. Según relata Cárdenas, “en ese Congreso, nosotros como jóvenes ecuatorianos, denunciamos la captura de nuestros compañeros de Alfaro Vive y todo lo que ellos sufrieron, la tortura en el SIC y los cuarteles de la Policía, que fue una tortura brutal”[1].

Tras esta participación, Cárdenas viaja de regreso a Nicaragua pero tiene que hacer escala en Costa Rica, donde la detienen, presuntamente por una denuncia de haber sido parte de este Congreso de la Juventud que era financiado por Libia, país, en esa época, considerado foco terrorista. Durante la detención la maleta de Cárdenas es revisada, encontrándose en esta los periódicos del grupo y demás documentos que iban a ser trasladados a Nicaragua.

Luego de su detención, Cárdenas es llevada hasta una casa de seguridad en Costa Rica, donde asegura fue sometida a torturas con el aval del Gobierno del Ecuador, ya que la relacionaban con grupos subversivos.

A su llegada, Cárdenas fue conducida a un destacamento militar (que luego sería
identificado como el Batallón de Inteligencia en Conocoto), donde fue torturada por un período de ocho días, en los que, a decir de Cárdenas, la mantuvieron desnuda y sin alimentación.

Posteriormente, el   28 de agosto de 1984, fue trasladada al Centro de Detención Provisional (CDP) bajo el delito de atentar contra la seguridad del Estado. Días después, un grupo de militantes de AVC se tomó la Embajada de Costa Rica en Quito, exigiendo su liberación. Tras esta acción, Cárdenas fue trasladada a una celda de máxima seguridad en la que permaneció hasta enero de 1985, donde recobra su libertad tras ser sobreseída de los cargos en su contra.

En los meses siguientes, Mireya Cárdenas dio a luz a su hijo, Eloy, fruto de la relación que sostuvo en ese entonces con uno de los líderes del grupo armado, Fausto Basantes (quien murió en enero de 1986). Producto de la persecución de la que eran objeto sus padres, Eloy tuvo que ser reconocido legalmente por el hermano de su progenitor.

Después de la muerte de Basantes en enero del 86, Cárdenas asiste a una conferencia internacional en Libia, donde se entera de más muertes de miembros del grupo entre los meses de febrero y marzo. Ante esto, decide no regresar a Ecuador e instalarse en Nicaragua, donde meses después se reuniría con su hijo. 

En todo caso, ella permanece en Centroamérica hasta 1989, terminado el gobierno de León Febres Cordero y cuando el nuevo presidente, Rodrigo Borja, había empezado una aproximación con el ánimo de llegar a la paz. No fue fácil. Cuando regresó se encontró con que existían cargos en su contra, como autora intelectual del secuestro del banquero Nahím Isaías. Por tres ocasiones escapó de ser capturada, hasta que se entregó a la Policía, con la recomendación del Tribunal de Garantías Constitucionales. Permaneció en la Cárcel de Mujeres del Inca durante diez semanas, hasta que fue absuelta con un sobreseimiento definitivo.

Con todo, ella siguió militando en Alfaro Vive, y existen registros de que en 1990 viajó nuevamente, esta vez para invitar a gobiernos, movimientos y organizaciones sociales internacionales a la ceremonia de entrega de armas con la que Alfaro Vive Carajo sellaría el proceso de negociaciones de paz con el gobierno de Borja. De hecho las armas fueron depuestas en el mes de febrero de 1991.

Sin embargo, la paz no llegó a su vida. Continuos asaltos a su vivienda, y a la pequeña fábrica que había emprendido la convencieron de que seguía siendo acosada por la policía. En los años siguientes emigró a Australia, en donde vivió durante tres años, y en donde se sometió a tratamiento sicológico para superar los daños productos de la tortura y la muerte violenta de sus amigos más cercanos y de su marido y padre de su hijo.

En los primeros años de la década de los 2000, ya Rosa Mireya Cárdenas está de regreso en el Ecuador. De esa época datan sus estudios en Democracia, Derechos Humanos y Emancipación en la Universidad Andina, y Gestión de Desarrollo Local (Universidad Politécnica Salesiana). 

Ahora está casada con Miguel Ángel JarrínJarrín, hermano de Arturo, quien fue el líder de AVC. En 2007, con el advenimiento del régimen de la revolución ciudadana, pasa a integrar la Comisión de la Verdad (2007-2009) que investiga los atentados a los derechos humanos registrados de Febres Cordero.  En 2011 publicó el libro “Donde está la sangre del pueblo”, una compilación de documentos históricos de Alfaro Vive Carajo. Actualmente es parte de la Secretaria de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Social



[1]Entrevista realizada a Mireya Cárdenas, ex militante de Alfaro Vive Carajo y miembro del Comité de Soporte de la Comisión de la Verdad, 12 de junio de 2009.

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